
A la Île Saint-Louis llego bordeando el Sena hasta encontrar el Pont Marie, cerca de la parada de metro del mismo nombre. A estas horas de la tibia mañana, la isla es un escenario alejado del bullicio de la urbe donde es posible caminar por la acera casi en soledad, con la precaución de no estorbar la labor del camión de la basura. Una vez localizada la placa que identifica la calle, solo me queda ir avanzando en orden ascendente hasta dar con el número anotado. En una de las esquinas de la isla, junto a una placita que sirve de balcón sobre el río, distingo en un primer vistazo su nombre de entre todos los que da cuenta el portero electrónico del inmueble: Bresson. Robert. Aquí vivió hasta su fallecimiento en 1999 el gran cineasta francés. Por este zaguán de desgastado suelo debió pasar cada día al salir y entrar a su domicilio; en el espejo que ocupa su pared debió mirarse, aunque fuera de soslayo, cada una de esas veces. Según parece, ahora el piso sigue habitada por su viuda, que no debe haber encontrado motivo para suprimir del portero su apellido de casada. Alrededor todo transcurre como cada mañana: en el restaurante se colocan las mesas en la terraza para el almuerzo; la quesería recibe a sus clientes; la iglesia a sus feligreses. Nada particularmente llamativo para quien, como esta señora cargada con una maleta que parece buscar una dirección, camina por el barrio. Lo que para mí diferencia este enclave de otros es que aquí vivió hace años alguien cuya obra admiro. Para quien no lo sabe, para quien no le importa, este sitio es un sitio más en una ciudad no exenta de rincones memorables. El plano de una ciudad está igualmente sustentado por lo visible y lo invisible, por urbanismo y sentimiento.
Todo viajero llega a una ciudad nueva con determinadas metas que magnetizan su atención y tiempo. Estas metas son, de algún modo, islas que requieren ser abordadas y descubiertas en medio de un océano de contenido más o menos indiferente. Algunas pueden ser muy evidentes para cualquier turista: la torre Eiffel, el Museo del Louvre, el de Orsay… Otras lo son menos. En realidad, es un modo de recorrer la ciudad que practicamos regularmente en nuestro lugar de origen (de la casa al trabajo, del trabajo a la casa, de la casa al supermercado), con los menores desvíos posibles y sin dedicar mucha atención a lo que hay entre un destino y otro, aunque en un sitio donde estamos de paso nos apremie el limitado intervalo de tiempo del que disponemos. Entre los múltiples recorridos que permite París —artísticos, literarios, arquitectónicos—, mis pasos me llevan a un azaroso itinerario que incluye el antiguo Grand Café del Boulevard des Capucines —que casualmente tengo a unos pocos pasos del hotel al que me han invitado—, donde el 28 de diciembre de 1895 a las seis de la tarde se convoca la primera proyección pública de un nuevo invento, el cinematógrafo; el edificio de la calle Rivoli donde vivió en su juventud Lev Tolstói —localizado gracias a una referencia de Pere Gimferrer—; los bouquinistes o puestos de libros en la ribera del Sena; un restaurante vietnamita frente a la que fuera oficina de producción de Pierre Braunberger, Les Films du Jeudi, frecuentada por Jean-Luc Godard, Chris Marker o Maurice Pialat; la casa-museo de Victor Hugo, en la preciosa Place des Vosges. Son metas que alcanzo al precio indefectible de perderme otras.
Al regresar de uno de estos paseos, en el metro, una mujer sentada a mi lado termina de leer la última página de una novela histórica de reciente publicación —y temática previsiblemente amorosa— titulada Ce coeur changeant («Este corazón cambiante») (lo siento, no puedo evitar averiguar lo que leen a mi alrededor). La cierra. Lee su contraportada. De nuevo la vuelve a abrir, hojeando algunas páginas que no sabemos qué efecto le pueden haber provocado, hasta que se levanta en su parada y se aleja. Junto a aquellas islas marcadas en nuestro plano, en el archipiélago de la ciudad transitada dejamos pasar otras islas ignotas, espectáculos o misterios en sí mismas aunque casi nadie repara en ellas.
2 de octubre de 2015
